Infortunadamente, no existe una prueba de oro para detectar los
individuos sanos infectados con M. tuberculosis. En su ausencia, la prueba de
la tuberculina se ha utilizado por más de 100 años como tamizaje para
tuberculosis latente. Esta prueba consiste en la inyección intradérmica de un
complejo de antígenos (derivado proteico purificado o PPD) de M. tuberculosis
en el antebrazo. Aquéllos con infección previa con M. tuberculosis desarrollan
una reacción de hipersensibilidad retardada a los componentes antigénicos, la
cual resulta en induración alrededor del sitio de inoculación. Por el método de
Mantoux, se inyectan 5 unidades de tuberculina y 48-72 horas más tarde se lee
el diámetro de la induración en mm. El punto de corte de induración depende del
estado inmunológico del paciente y de la vacunación previa con bacilo
Calmette-Guerin (BCG). Una prueba positiva (induracion=10-15mm), según el
estado inmunológico del paciente o vacunación previa), sugiere infección con M.
tuberculosis y riesgo de desarrollar la enfermedad. Las ventajas de la
tuberculina son que la prueba es técnicamente sencilla de realizar, tiene una
sensibilidad del 80% en individuos sin inmunosupresión aparente. La alta
complejidad antigénica de la tuberculina compromete su especificidad, lo cual
resulta en la posibilidad de presentar falsos-positivos en pacientes vacunados
con BCG o en aquéllos expuestos a micobacterias ambientales. Esto la hace
impráctica en la mayoría de los países donde la tuberculosis es endémica. Otras
limitaciones incluyen los errores en la inoculación y en la lectura de la
induración, la necesidad de dos visitas del paciente y en su pobre desempeño en
pacientes con inmunodeficiencias.
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